Este retrato ecuestre de CarlosV conmemora la victoria en Mühlberg sobre los protestantes. Además del valor histórico del cuadro, la obra destaca por la simbología.

Aquí, CarlosV es retratado como emperador, pero también como un soldado de Cristo que lucha contra los herejes. Por eso lleva una lanza que hace una referencia al arma con la que San Jorge mató a un dragón (bestia que se asocia a la herejía) y a la lanza de Longinos (soldado romano que tras herir a Cristo se convirtió al cristianismo). Por otro lado, la pintura no quiso hacer énfasis en la derrota militar, y el paisaje del fondo es plácido, sin tropas ni representación alguna de los enemigos derrotados. La armadura que lleva el emperador se conserva en el Palacio Real de Madrid.